Muy satisfactorio que los pobladores del anexo de Nunamarca hayan dado el paso de volver a probar la carne de la llama, volviendo así la mirada a las raíces históricas, pues los camélidos fueron la base alimenticia para las culturas pre-incas e incas. Las llamas fueron uno de los pilares fundamentales para el desarrollo sostenible del glorioso imperio incaico.
En la fiesta religiosa de San Juan se ha logrado la primera meta de concientización y valoración a lo autótocno, por ende de su cultura, de su raza y de su propia fuerza de trabajo y organización. Hace dos años atrás cuando se hizo el repoblamiento con llamas se le hizo la promesa que se iba a comer carne de llama entre rizas de dudas y escepticismo asumieron el reto. Este importante proceso estuvo y sigue sostenido en el liderazgo de Leandro Aguilar y Rolando Aspiros. Hoy podemos decir que la llama sabe a desarrollo y que se está consumiendo una valiosa carne llena de proteinas y de categoría ecológica. La crianza de las llamas tiene variados fines, carne, piel, lana, carga y servicio al turismo.
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